miércoles, 28 de marzo de 2007

La imposible sociedad multicultural

La ciudadanía europea tiene miedo. Miedo a la delincuencia organizada, miedo al cambio, miedo al paro, a no tener un cómodo hogar, ni un coche, ni una pensión, miedo a las grasas, a las multas y al cambio climático... Miedos patéticos para una sociedad patética, sumisa, manejable. La Europa comprometida consigo misma ha llegado a su fin. ¿Quién está dispuesto a quemar su vida por un elevado ideal? La supremacía cultural, que tan útil nos ha sido siempre atando y desatando en los cuatro puntos cardinales del globo, esa supremacía, digo, la hemos abandonado en la cuneta, como a un perro viejo; ahora somos tolerantes y aspiramos a vivir en paz en una sociedad multicultural. Qué capacidad de autoengaño la nuestra. Cuando renunciamos al arma que nos hace mantener el control sobre los demás pueblos, cuando nuestra política y nuestros dirigentes subvencionan cultura de segunda mientras desvían millones a los quintacolumnistas afincados entre nosotros, cuando nuestros compañeros viven y mueren creyendo en historias de héroes que jamás conocerán, entonces debemos entender que el declive ha comenzado, y que no cabe retardar más el reaccionar. Pero, ¿cómo reaccionar? Hemos alimentado durante décadas a la fiera que nos ha de devorar, y que ahora conoce las debilidades de las que ingenua y orgullosamente hacemos gala desde 1948. Maldito año de la infamia, el año en que Europa se condenó a sí misma. Los Derechos Humanos son un lastre del que hay que prescindir antes de que Eurabia sea una realidad y el campamento de los santos llame a nuestras ridículas murallas de adobe.

lunes, 26 de marzo de 2007

Vándalos y polichinelas

Desde hace semanas aparecen en los medios unas imágenes muy recurridas: jóvenes violentos destrozando mobiliario urbano en aras de unos ideales que a la mayoría de la acomodada ciudadanía parecen ya lejanos en el tiempo, casi de 1968.

Desgraciadamente, la verdadera mala noticia no es el comprometido vandalismo creciente en ciudades como Barcelona o Atenas, sino el amoldamiento de la población a las tesis gubernamentales concernientes a la seguridad del Estado y, por ende, de los individuos. Dichas tesis no son más que los invisibles hilos del polichinela que es la chusma dirigida y manipulada por quien está situado por encima incluso de la justicia social. Mamado en la escuela y al calor del buen hogar burgués, el principio de seguridad nacional está peligrosamente arraigado en la conciencia popular, llegando al punto de cegar al creyente más allá de toda lógica humana. Estos fanáticos, enardecidos por la propaganda vertida en el sistema educativo y en la televisión (últimamente, las dos únicas fuentes de “conocimiento”), satanizan a quienes se han levantado del sillón y realizan su revolución en las calles, tras los contenedores en llamas. Estos amantes de la seguridad, que les avala el estatus de propietarios mientras no cambie el modo de concebir la sociedad, se han dejado corromper como Esaú y han ofendido, con ello, a su propia inteligencia. A los demás, a nosotros, nos ofenden en cuanto que existen, y por ello deberían ser eficazmente re-educados por los miembros libres de esta sociedad esclava o aislados en un gulag.

domingo, 25 de marzo de 2007

Europa y el hedonismo campante

Europa se hunde en su propia mierda. Es cierto, lo he comprobado estudiando unas muestras muy representativas: los estudiantes del Erasmus. Gente joven, cultivada, generalmente adinerada, perteneciente a la élite de su país de origen, portavoces del sentir general nacional… y profundamente hedonistas. Se sienten brutalmente satisfechos cuando la materia les rodea; cuando no es necesario pensar acerca de qué hay más allá de una copa gratis a cambio de un besuqueo rápido y grasiento; cuando orgullosos, se emborrachan a granel de jueves a sábado; cuando en discotecas donde no se puede hablar, es posible, sin embargo, pasear la mirada por cuerpos a la venta y maquillados para la ocasión…
Todo es asqueroso, y debería fusilárseles por epicúreos sin solución.
¿Es esta la Europa que queremos? ¿esta la Europa que deberá enfrentarse a serias amenazas para su supervivencia como élite mundial? ¿es esta la cacareada alternativa europea al consumismo y degeneración norteamericanos?
Merecemos una invasión cultural en toda regla, que por lo menos nos despierte del letargo espiritual (no religioso) en el que estamos sumidos.
Finalizando, sus costumbres son las nuestras, su espejo es nuestra vergüenza.

Guy Fawkes

viernes, 23 de marzo de 2007

Rompe el círculo

La publicidad es el arma maldita del siglo XXI. No nos destruye instantáneamente, como una bala, una mina anticarro fabricada en McCook o una bomba nuclear; su mecánica es más sibilina, más diabólica, propia de la mente retorcida típica de un manipulador nato: la publicidad nos aplasta el espíritu, nos embota la mente, haciéndonos incapaces de poder elegir libremente qué es lo que realmente queremos atendiendo a nuestra condición de seres humanos. La publicidad nos convierte en máquinas de consumo, en meros adquirentes al servicio del círculo que es la economía de capital. Y en la oscuridad de sus despachos con sillones de piel y mesas de madera de caoba, los empresarios, afanosos, incansables, idean nuevas técnicas de captación que nos convertirán en estadísticas, deshumanizándonos. Ante esta perspectiva, ¿qué hacer? ¿huir? No, atacarles donde más les duele: en el consumo comprometido.

Guy Fawkes

El porqué

AVISO: Este blog tiene como objetivo principal transmitir qué se entiende por 1984 y qué insospechadas consecuencias tiene en nuestras vidas. Para ello no dudaré en emplear argumentos de todo tipo, algunos delicadamente aderezados con cáusticos insultos que provocarán el vómito a unos y el delirio a otros. Sin más preámbulos, odiosos todos ellos y aburridos la mayoría, empiezo a transmitir.

Guy Fawkes